martes, 10 de octubre de 2017

DEPRESIÓN: LA DERIVA QUÍMICA Y EMOCIONAL DE NUESTRO CEREBRO


La depresión es una deriva continua donde los días se arrastran despacio, donde no quedan lágrimas a pesar de ansiar el llanto, donde uno cree estar muriendo en vida porque ya no quedan más sonrisas para ese cerebro apagado de ilusiones…
Esta sensación tan familiar para muchos, responde a un trastorno del estado de ánimo tremendamente complejo y particular. La depresión es una de las principales causas de incapacidad a día de hoy, un problema de salud pública de gran impacto que según la OMS (Organización Mundial de la Salud) aumentará de forma notable en los próximos años.



Sonríes pero no eres feliz, lloras pero no hay lágrimas, respiras pero no te sientes vivo… Puede que tú no lo entiendas, pero este es el rostro de la depresión. Algo que yo no he elegido, aunque tú no lo creas.
Algo está ocurriendo. Mientras los gobiernos de todo el mundo se fijan más en las cifras económicas (los tratamientos relativos a salud mental pueden costar hasta un 4% del PIB de un país), médicos y psiquiatras inciden en la importancia de la prevención. Sabemos cómo tratar una depresión, pero a día de hoy, nadie es capaz de prevenir estos instantes vitales en que simplemente, nos dejamos llevar por esa deriva química y emocional originada en nuestro cerebro.
Te proponemos ahondar en esta interesante aspecto de nuestra salud y bienestar.
mujer triste en un cubo

La depresión, un estigma silencioso

La depresión no acontece de un día para otro. Nadie la elige como primer plato en su cotidianidad, ni ninguno de nosotros opta por esta desconexión del rumor de la vida, de las emociones positivas, de la felicidad. Simplemente, va aconteciendo muy poco a poco, lenta y pesadamente hasta hundirnos en la indefensión, en el mal humor, el pesimismo y en la incapacidad para poder reaccionar.
Michael King, psiquiatra y profesor del departamento de Ciencias sobre la Salud Mental de la “Universidad College de Londres” (UCL) es uno de los responsables del famoso test PredictD, el cual, busca poder predecir el riesgo de depresión. Según él mismo explica, en la actualidad esta enfermedad sigue estando muy estigmatizada.
Tal y como nos revelan diferentes estudios, se estima que casi el  50%  de los trastornos depresivos no reciben ningún tratamiento o bien, no se ofrece el más adecuado según las necesidades propias de cada paciente. Todo ello provoca que sean miles las personas que avanzan a la deriva en sus escenarios personales y miles en todo el mundo los que eligen el suicidio ante el dolor de la vida. Esto, o se limitan, simplemente, a afrontar la vida de recaída en recaída.


Cuando el cerebro deja de sintonizar con la vida

Según nos dicen ciertas tendencias más espiritualistas, todos nosotros somos seres capaces de “vibrar”. Podríamos decir que las personas emitimos una determinada música interna que a su vez, nos permite conectar con nuestros semejantes, con determinados lugares, contextos, y ciertas actividades que sintonizan a su vez con nuestra personalidad… Esa “melodía” interna es reflejo de un cerebro activo, apasionado, curioso…
Cuando aparece una depresión, esa capacidad de vibrar se apaga y lo hace porque el impulso eléctrico de ciertas zonas cerebrales se reduce, se enlentece. Entramos en un estado de semiletargo donde hay menos conexiones neuronales, donde acontece una deriva química profunda y delicada de la que nos costará mucho emerger para volver a conectarnos con la vida.
Lo vemos con detalle a continuación.

Los efectos de la depresión en la  “arquitectura” cerebral

Es importante señalar que una depresión no tiene su origen de forma exclusiva en el desequilibrio de nuestros transmisores. La vulnerabilidad genética, factores emocionales o incluso problemas médicos pueden sin duda predisponer su aparición. No obstante, el efecto que este trastorno tiene en nuestro cerebro es notable. Veámoslo.
  • El hipocampo: es parte del sistema límbico y el responsable del procesamiento de la memoria y el recuerdo a largo plazo.  Según diversos estudios,  el atravesar largos periodos de depresión o de estrés crónico provoca la reducción del tamaño de esta estructura. Sufrimos fallos de memoria, dificultad para concentrarnos…
  • La depresión, a su vez, orquesta un sutil y complejo caos químico donde la acetilcolina, la serotonina, la norepinefrina o la dopamina, van a desafinar nuestro equilibrio emocional. Ello hará que no podamos conciliar el sueño, ni sentirnos motivados por algo o alguien, hasta el punto de sentir, literalmente, que el mundo ha cerrado sus ventanas para nosotros.
  • Otra estructura a tener en cuenta es el tálamo. Se trata de una zona neuronal que recibe información sensorial y la transmite a su vez a la parte correspondiente de la corteza cerebral. Gracias a él, se controlan funciones como el habla o el movimiento. Los pacientes con depresión experimentan cierta lentitud a la hora de poder moverse y de comunicarse con la agilidad y el ánimo de antes. Es algo muy llamativo.

La depresión es pues un enemigo complejo que se instala en nuestro cerebro y no ahí donde más nos duele: el corazón. Los pensamientos se vuelven caóticos, desordenados y amargos, hasta el punto de caer en una deriva psíquica y emocional que puede durar años.
No lo dejes, no te abandones, permite que te ofrezcan ayuda y ante todo, lucha por llegar a la orilla. Por calzarte de nuevo los zapatos de la ilusión y las gafas del optimismo.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com

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